‘El gobierno de Evo es cocalero y no de los obreros’
Simón Reyes.
El minero que lideró la Central Obrera Boliviana
cree que la COB no tiene la misma convocatoria de antaño, cuando podía
movilizar a unos 27 mil mineros. Dice que el Decreto Supremo 21060
fue un golpe mortal para los trabajadores del subsuelo. Hubo quienes
decían que los relocalizados se encargarían de generar más
revolucionarios; pero sólo hubo desocupados. Por el momento, él cree
que el gobierno de Evo Morales es el único que puede dar soluciones
al país.
Aquel estribillo combativo de “sangre de
minero, semilla de guerrillero” que gritaban a voz en cuello los
trabajadores mineros en las masivas marchas de El Prado de La Paz...
aquel grito subversivo hoy sólo evoca un suspiro y una sonrisa en Simón
Reyes Rivera, uno de los máximos representantes del sindicalismo
combativo de los años 70 y 80.
Él está débil ahora,
arrastra problemas renales, cardíacos y hasta la vista le juega una mala
pasada. Su cuerpo ha perdido el vigor con los años y con él pasa algo
similar a lo que ha sucedido con el movimiento minero en el país. “No
hay fuerza, ya no es lo mismo y vivimos otros tiempos. Para liderar de
nuevo al movimiento obrero necesitaríamos los 27 mil trabajadores
mineros que habían en los tiempos de bonanza de la Corporación Minera de
Bolivia”.
La relocalización impuesta por el gobierno
de Víctor Paz Estenssoro en 1985 fue un golpe mortal para el
sindicalismo minero. Aún ahora, Simón (pese a los casi 80 años encima,
él prefiere que se lo tutee) destila bronca contra la medida y los
“traidores” de la época. Cuenta que incluso había dirigentes que decían
“‘nos vamos a retirar y vamos a sembrar revolucionarios’, pero los
sembradores y los revolucionarios están vendiendo baratijas en las
calles”.
Después de todo, el minero es un trabajador
especializado que lejos de su ambiente “natural” es difícil que obtenga
otro trabajo lucrativo. Por eso dice que el Decreto 21060 es una de las
peores medidas contra los mineros y que sus efectos destructivos ahora
se ven en un movimiento obrero muy debilitado.
Reyes
es de los que no agacha la cabeza y cree que la Central Obrera Boliviana
(COB) no debe alinearse de forma militante al lado del Gobierno.
Militante del Partido Comunista, valora que el Movimiento Al Socialismo
(MAS) tenga postulados de izquierda.
Como al tarijeño
sindicalista siempre le ha gustado el vino tinto y las cosas claras,
explica que en este momento el MAS es la única opción viable para el
país. Es más, en alguna elección anterior él ha votado por Evo Morales.
“Pero no se confunda, eso no significa que el gobierno de Morales sea de
los obreros. Está claro que es un gobierno de cocaleros. Ellos (los
gobernantes) son cocaleros y nada más; no es la clase trabajadora la que
se encuentra en el poder”.
Explica que existe una
diferencia entre un líder que cultiva la hoja sagrada y un trabajador
asalariado. Según esta lógica, un cocalero nunca va a poder entender a
un obrero porque aquél es un pequeño propietario; en cambio, el obrero
sólo es dueño de su fuerza de trabajo. En el trabajador coinciden
personajes ligados a la teoría marxista que abraza Reyes; en cambio, el
cocalero se relaciona con las leyes del mercado.
Pero
cocaleros y trabajadores no tienen por qué ser enemigos. El viejo líder
comenta que sí puede existir una convivencia pacífica entre ambos. En
esta relación, la COB debe mantener su independencia e incluso apoyar
algunas propuestas gubernamentales, pero nunca ceder a todo lo que se le
coloca en la mesa de debate. “Creo que el gobierno de Morales comprende
muy bien que no puede enfrentarse a la COB y a los obreros, porque
ellos representan a los movimientos sociales”, entonces lo más
conveniente es el diálogo entre las partes para lograr avances, por
ejemplo en el tema salarial.
Cuenta que cuando él era
dirigente, el diálogo era directamente con las autoridades
presidenciales. Y si no se satisfacían sus demandas, se podía ejercer
presión en las calles. Además, eran tiempos en los que la democracia
estaba en riesgo. Por colocarse en el bando de los trabajadores y contra
los militares, él fue exiliado durante la época de Hugo Banzer Suárez,
se enfrentó tenazmente a Paz Esten-ssoro y durante la matanza de San
Juan (en los tiempos de René Barrientos) fue perseguido con saña.
Sugiere que ahora lo más importante es sentarse en la mesa de
negociaciones y soltar las cartas con habilidad. Además, con el triunfo
de la democracia, quedaron atrás aquellas reivindicaciones a rajatabla y
que se defendían con las armas.
De eso sabe, y
mucho, pero los años han cambiado y él mismo no quiere imaginar qué
acciones lideraría si fuera dirigente en la actualidad. “Ahora son otros
tiempos y creo que la COB está mal, pero no debido a sus dirigentes,
sino que ha perdido la fuerza de los 27 mil mineros y también de los
fabriles que antes apoyaban a la organización. En la actualidad, a las
convocatorias sólo asisten los profesores del magisterio y los mineros
de Huanuni. Éstos son los que ahora dan su respaldo a la COB”.
Cuatro años en la Empresa Minera Unificada de Potosí, dirigente del
subsuelo y representante de los obreros hasta rozar los 70 años, dice
que la COB no debe desaparecer.
Es optimista aún en
estos momentos difíciles para los trabajadores mineros. Cree que los
tiempos van a cambiar y que los mineros volverán a asumir un rol
protagónico en la lucha por un futuro mejor para la sociedad.
Los únicos que pueden reencauzar a la dirigencia, según dice, son los
mineros. “Eso lo sabían muy bien hace años y por eso, con la
relocalización, hicieron que se vaya gran parte de la gente.
Físicamente
nos han diezmado. Cuando hablan de que la COB no convoca, se olvidan de
que los mineros son pocos. Pero que no se olviden que es el sector más
importante para la economía del país”.
Con la
autoridad que le dan los años al frente de los obreros, Reyes propone
que la dirigencia debe adecuarse a los nuevos tiempos y que la
radicalidad no es la primera opción. Se ha vuelto en un enemigo de la
frase “hasta las últimas consecuencias” y se niega a dar algún consejo a
los futuros sindicalistas. Es más, comenta: yo no soy quien les ayude a
conseguir respuestas a los problemas actuales.
Lo
que sí recomienda es que los actuales líderes midan bien su capacidad
para enfrentar los conflictos, porque es peligroso que éstos los
rebasen. Es necesario evitar el desgaste en los trabajadores y también
en sus cabecillas.
“Es un cuento esa amenaza de ir
hasta las últimas consecuencias. Además, yo no soy practicante de la
huelga general indefinida porque es una medida suicida y el Gobierno
puede hacer durar el conflicto y no se gana nada porque al final hay que
suspenderla”.
En su tiempo, él tuvo que acatar la
huelga general indefinida; sin embargo, vio que los resultados le
jugaban en contra y por eso aprendió que lo mejor es medir las fuerzas y
no buscar lo imposible.
Tampoco es partidario de los
bloqueos carreteros. Aunque, dice, esa práctica no existía en el país y
que Evo Morales fue uno de los primeros en ejercerla, ahora es algo que
va en contra de su gestión.
Cuenta que no hay punto
de comparación de lo que fue su época con la actual. Es más, él se
encuentra escribiendo un libro sobre su vida y la minería, y tiene un
capítulo especial sobre el 21060 y sus consecuencias. “Claro, ahora miro
a una persona que está vendiendo baratijas en la calle y me da pena,
pero la gente tiene que vivir de algo y trabajar nomás de lo que sea;
pero eso no es lo que nosotros queríamos”.
De
aquellos años sólo quedan malos recuerdos y un engaño. “Hemos quedado en
un acuerdo con el entonces Ministerio de Minas, ellos nos iban a
entregar 4.000 dólares después del 21060 y no me dieron nada. Otros
cobraron, pero yo que estaba de delegado no cobré nada. Espero que un
día me paguen esa plata”.
A pesar de que vive en
Santa Cruz de la Sierra, Simón Reyes Rivera no se ha alejado por
completo de La Paz; dice que piensa volver para averiguar qué ha pasado
con aquel dinero que le deben.
Por el momento, lo que
le preocupa al exsindicalista es su salud. Espera llegar sano a sus 80
años (el 5 de enero) y piensa festejarlo en su natal Tarija. “Allí tengo
familia”, dice. En la tierra chapaca él busca celebrar su onomástico
comiendo chankao o patitas de chancho. A pesar de los años, él no olvida
su querencia. Es una de las figuras más emblemáticas del sindicalismo,
después de Juan Lechín o Édgar Ramírez.
Perfil
Nombre: Simón Reyes Rivera
Nació: 05-01-1933
Cargo: Fue secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana entre 1987 y 1988.
Evo
Cuando aún era dirigente minero, Simón Reyes fue al Chapare en tres
ocasiones para defender los derechos del entonces líder cocalero. “Tenía
muchos problemas con la DEA y no-sotros lo apoyamos”. Dice que conoció
al Presidente, pero hace tiempo no trata con él.
Un minero de armas tomar y recuerdos de la mina Matilde
“Uuuuuta”, dice cuando quiere recordar algo y la memoria le juega una
mala pasada. Durante la entrevista con Animal Político, Simón Reyes
Rivera demostró que su memoria tiene baches, pero algunos recuerdos se
quedaron en ella, intactas. Fue testigo y protagonista de una época
dura, cuando había que defender las ideas con armas.
— ¿Qué recuerda del golpe de Luis García Meza?
— Era un golpe que estaba acordado, Lidia Gueiler era la presidenta
interina y Luis García Meza era el comandante del Ejército. Todo estaba
sintonizado y el golpe empezó en Oruro y no había posibilidad de
reaccionar. Ese día (17 de julio de 1980) me apresaron junto a Marcelo
Quiroga Santa Cruz. Yo lo vi, estaba conmigo y después me hicieron
andar a punta de pistola. Bajé a El Prado, estaban los autos de la Caja
en los que nos recogieron. Recuerdo que Óscar Eid logró escapar y corrió
hacia el edificio de los petroleros; no pudieron encontrarlo.
— ¿Lo apresaron?
— Me apresaron ahí. Era el principal dirigente minero y me sonaron
hasta hacerme sangrar. Vino el coronel Mena y dijo: “No se puede hacer
esto”, y ya no siguieron.Nos llevaron a una caballeriza y ahí estaban
unos argentinos que me pegaron y me dejaron mal. Me preguntaban de una
reunión secreta y yo les decía que no sabía nada. Cansado, después de
varios golpes, me levanté y les dije: “Carajo, mátenme”. Uno de ellos
respondió: “Pelotudo entrenado”, y dejaron de pegarme. Ellos creían que
me habían preparado para que no confesara nada, pero en verdad no tenía
nada que decir.
— ¿Y con Banzer?
— En el periodo de Banzer estaba con Lechín en la plaza del estadio
(Tejada Sorzano) y estaban tiro- teando, estábamos armados y yo
disparaba, él no. Resistimos, pero nos derrotaron, recuerdo que
estábamos alrededor de Laikakota. Allí han caído varios heridos y a una
enfermera la mataron. Ellos (los militares) no recogieron a sus heridos.
Esa vez hasta la aviación nos hostigó. Esa época yo conseguí armas e
hice dos carreras hacia la confederación de fabriles.
— ¿Algún recuerdo de la época que le causa alguna sonrisa?
— Sí, recuerdo muy bien que cuando hablamos de la liberación de la
mina Matilde (ubicada en La Paz), hubo algunos trabajadores que pensaban
que nos referíamos a una señora a quien teníamos que liberar.
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